De nuevo la cordada del ruso, el americano y el español a una montaña y una ruta muy dura, por la aproximación larguísima, unos 18 km, lo que hace que no sea visitada por muchas cordadas y por un desnivel total de unos 2300 metros, siguiendo una ruta de grado III-V y unos 60 grados. Sabíamos que nos esperaba un fin de semana muy duro.
A las diez de la mañana del sábado estamos preparados para el pateo, la pista de acceso, al estar aún bloqueada hacia la mitad por la nieve, la tienen cerrada con la barrera, estos americanos hasta que no se despeja por completo no la abren, lo que nos hubiera ahorrado unos dos km a la subida y otros tantos a la bajada.
La aproximación va a transcurrir por el típico bosque alpino, donde al estar con bastante nieve enseguida hay que buscarse la vida, pues los caminos se pierden y a partir de dos horas de ascenso deja de haber huellas, pues hacia el Stuart en invierno no se aventura mucha gente.
Nuestro objetivo nos contempla desde la lejanía y el laberinto de buscar acceso entre el bosque nos hace tener la sensación que no llegamos nunca.
Cuando ya más cercano descubrimos por completo la cara norte de la montaña, elevándose unos 1200 metros sobre la base, estudiamos la ruta que por el Ice Cliff Glacier, nos llevará al collado de la arista, desde donde crestearemos a la cumbre. El descenso le haremos por el Glaciar Sherpa.
Después de siete horas y muchas vueltas por el bosque llegamos a la base de montaña donde acampamos.
Son las cinco. Hacer agua, cena, preparar los trastos y decidimos no salir más tarde de las tres al día siguiente.
Efectivamente, a las tres estamos en camino enfilando hacia el corredor. La noche no es muy fría, no ha helado y tenemos que turnarnos continuamente para ir abriendo huella. Pronto llegamos bajo la pared de hielo del serac que da nombre al corredor y que se supera por la izquierda en un largo de hielo y mixto que no supera los 60 grados y que se asegura bien con algún tornillo y estacas en la salida.
Después de salir de la parte más técnica, empieza a clarear y descubrimos cómo estamos inmersos en un corredor con un ambiente espectacular, digno de una buena actividad alpina.
En continuos relevos, repartiendo el trabajo de abrir huella, llegamos a la rimaya, otro de los pasos claves, y que con lo inconsistente de la nieve nos da mas trabajo de lo que hubiéramos deseado.
El último tramos del corredor, por pendientes de 50 grados, donde seguimos avanzando a relevos abriendo huella, nos lleva hasta la cornisa de salida, que está más fácil de lo que esperábamos.
Luego, un bonito cresteo nos va a llevar a la cumbre en un dia espectacular.
Desde la cumbre podemos disfrutar de todas las montañas de la zona, con el Ranier y el Baker destacando sobre las demás.
Han sido 8 horas lo que nos ha llevado superarlo, nos hemos quitado la espina del año pasado cuando nos quedamos cerca de la cumbre escalando por la arista oeste, hoy el día es espectacular e invita a quedarse a contemplar el paisaje, pero sabemos que nos espera una bajada muy larga y mucho pateo hasta llegar al coche.
El descenso por el glaciar Sherpa nos pone en el campamento en dos horas y media, recoger trastos y de nuevo al laberinto del bosque en el descenso, llegando al coche a las nueve de la noche después de 18 horas de actividad, muy cansados, pero con la satisfacción de haber logrado una ruta clásica a ésta gran montaña.
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